miércoles, 4 de noviembre de 2015

De la marihuana y otros demonios.

De la marihuana y otros demonios que se relaciona con ella es de lo que me siento invitado a escribir el día de hoy, día histórico en el cual, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha concedido un amparo a una agrupación para poder consumirla con fines lúdicos.


He de confesar que estoy en contra de la medida y lo que a futuro puedo vislumbrar que ocurrirá. De verdad espero estar equivocado, y que como en muchos casos, mi postura se base en el temor a lo desconocido, un temor, espero, infundado.
Con todo lo que se ha discutido, realmente no termino de ver más beneficios que perjuicios en hacer legal el consumo, y tal vez, el comercio de la marihuana (y lo que podría desprenderse de ello, la legalización de todas las drogas).
Pero lo que ahora me preocupa más realmente es una consecuencia tal vez más sutil, pero con efectos más profundos a largo plazo: la claudicación del Estado (y por lo tanto de la sociedad toda) para combatir un delito, simplemente diciendo que ahora no lo es y dejando en el ambiente privado o individual la carga de las consecuencias negativas lo que antes era o debía ser una preocupación común.
Para mí es un paso más en la pérdida del sentido comunitario, de un rompimiento de la cohesión social, que implica dejar de preocuparnos por el bienestar integral del otro. Es una forma de decir que el otro no me importa, siempre y cuando no me molesten sus acciones, no viole mis derechos humanos.
Este tipo de medidas, si bien privilegian la libertad individual (la cual ahora parece ya no tener muchos límites) rompen con nuestro sentido de sociedad (entendida esta más allá de la simple existencia de individuos dentro de un mismo territorio geográfico, sino mas bien el conjunto de relaciones que se dan entre ellos), que tanta falta nos hace para que este país mejore. Es una ironía que lo que parece un avance, pueda realmente ser un retroceso, si se ve desde esta perspectiva.
Los demonios que andan sueltos en nuestro país se congratulan de todas las medidas que lleven a pensar de manera cada vez más individualista. En el caso de la marihuana (sus efectos negativos para la persona que es adicta), estamos convirtiendo un problema social común en un problema exclusivo de algunos individuos que tendrán que ver cómo se las arreglan con su adicción.
Deberíamos estar preguntándonos cómo hacerle para que los problemas de unos cuantos se vuelvan problemas de todos, cómo hacerle para ser comunidad, pero en México vamos en sentido contrario. Así es México.
Algunos, después de leer lo que acabo de escribir, van a pensar que, sin tener el amparo, ya me beneficié del mismo, pero declaro que todo lo escrito lo escribí bien consciente y en mis cinco sentidos. Bienvenidas todas las opiniones.

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