lunes, 19 de mayo de 2014

Total, que ni quería ser Presidente

"Total, que ni quería ser Presidente", me dije a mi mismo. Con esta frase lapidaria sepulté mis aspiraciones presidenciales, y traté de consolarme con tal de no agüitarme al ver frustrada mi proyecto de vida "estilo mirrey".

¿Cómo podría yo solito conseguir la venia del 1% de las personas inscritas al padrón electoral, casi 800 mil firmas a lo largo de todo el país, nomás para que pueda yo ser candidato a la Presidencia de la República? Es prácticamente imposible. Y además, hacerlo en 4 meses. ¿Pues cómo?
La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe), la que sustituirá al Copife actual, apenas sea publicada en el Diario Oficial de la Federación, establece ésta y otras condiciones para poder ser candidato independiente, según lo aprobado el viernes pasado en el Congreso. Esta ley declara que los ciudadanos sin partido no son dignos de confianza para ser candidatos a un puesto de elección, o por lo menos, menos dignos que los que sí son militantes de algún partido.
¿Será que los ciudadanos sin partido tenemos menos derecho que los ciudadanos inscritos en uno a ser votados en una elección popular, tal como lo marca el artículo 35 constitucional, en su fracción segunda?
Para para nuestros legisladores, tanto del Senado como en la cámara de Diputados, la respuesta es sí, tenemos menos derecho.En la práctica, le dijeron al país que la partidocracia debe seguir imperando, muy a pesar de que los resultados que han dado hasta ahora no han sido suficientes.
Nos la pusieron tan difícil, que sólo alguien financiado por grandes empresarios o por el narco podría intentar recabar estas firmas. ¿O cómo le hago para poner a firmar a unas 6500 personas distintas cada día? ¿de dónde saco el dinero para gestionar todo este procedimiento?
Así, lectores, los legisladores mataron mis ilusiones y las de muchos otros. Yo creo que nos tuvieron miedo, pues aún no encuentro cuál es la lógica fincada en el bien del país, que llevó a poner tantas barreras a las candidaturas independientes en esta última reforma político-electoral. No me gusta quedarme con las dudas, y pues ya le pregunté a Mauricio Sahuí (@mauriciosahui) y a Raúl Paz (@RaulPazMx), mis diputados favoritos algunas de estas razones. Pero cuando no hay razones, lo único que hay es silencio.
Escuché una entrevista a Carlos Ugalde (ex Consejero Presidente del IFE) donde afirmaba que estaba de acuerdo con lo que se había aprobado en la ley sobre esta figura, pues de lo contrario, la boleta electoral se llenaría de arribistas. ¡Válgame Dios! ¡Me descubrió! ¿Pero sólo por arribista no puedo ser candidato? Creo que a don Carlos le hace falta leer la constitución y también ser menos miope, porque eso de arribista, también aplica para todos los que ya están en la carrera presidencial: Beltrones, Moreno Valle, Ebrard, Eruviel y hasta AMLO.
Yen todo caso, pues que sea el pueblo quien decida con su voto, si le da el puesto a un arribista independiente como yo, y no lo decida un arribista partidista sentado en su curul, a través de una ley tramposa. Por eso le pido, estimado ciudadano, que si alguien le pide su firma para un procedimiento como este, apóyelo. Ya luego en la elección, puede votar por quien quiera, hasta por el PRI.
Y así, del puro coraje, concluyo la trilogía presidencial. Voy a trabajar, que si no, luego no me alcanza para pagar la gasolina.

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